Con el paso del tiempo, nuestra piel cambia, y también deberían hacerlo los cuidados que le damos. Lejos de ser una limitación, la madurez es una etapa maravillosa para redescubrir la belleza desde una perspectiva más serena, auténtica y natural. A partir de los 65 años, el maquillaje ya no busca ocultar, sino realzar, iluminar y acompañar los rasgos con elegancia.
En este artículo encontrarás consejos prácticos y efectivos para maquillar pieles maduras con delicadeza, y con tonos y trucos que disimulan los signos de la piel facial propios de la edad.
1. Cuidar la piel antes de maquillar: el paso imprescindible
Antes de pensar en bases, sombras o labiales, es esencial preparar bien la piel. Una piel cuidada es el mejor lienzo para cualquier maquillaje.
- Limpieza suave y nutritiva: Cada mañana y cada noche, limpia tu rostro con una leche limpiadora suave, rica en ingredientes nutritivos. Elimina impurezas sin resecar, y prepara la piel para absorber mejor los tratamientos posteriores.
- Hidratación profunda y reafirmante: Elige cremas que contengan activos como la rosa mosqueta, los flavonoides de soja o la vitamina E. Estos ingredientes ayudan a mantener la elasticidad de la piel, nutren en profundidad y aportan luminosidad natural.
Consejo extra: Un suave masaje al aplicar la crema activa la circulación y relaja los músculos del rostro.
2. La base perfecta: unificar sin marcar
El objetivo del maquillaje en pieles maduras es unificar el tono sin acentuar las líneas de expresión.
- Base hidratante y ligera: Opta por bases líquidas o cremosas que se fundan con la piel. El color debe parecerse lo más posible a tu tono natural. Evita las bases demasiado mates o espesas, que pueden marcar arrugas con el paso de las horas.
- Polvos translúcidos, con moderación: Aplícalos solo en zonas específicas donde haya brillo (como frente y nariz). Usar poco evita que la piel se vea reseca o envejecida.
3. Ojos que iluminan: menos es más
Los ojos pueden seguir siendo protagonistas a cualquier edad, siempre que se maquillen con suavidad y armonía.
- Sombras en tonos suaves: Rosas pálidos, beiges y marrones claros son tus aliados. Evita los tonos muy oscuros o metálicos, ya que pueden acentuar pliegues o dar un aspecto más duro.
- Delineado sutil: Sustituye el negro intenso por lápices en tonos marrón, gris o topo. Delinea de forma suave el párpado superior para dar profundidad sin endurecer la mirada.
- Cejas bien definidas: Unas cejas naturales, ligeramente perfiladas con un lápiz del mismo tono, ayudan a enmarcar el rostro.
4. Labios con luz y suavidad
Con los años, los labios tienden a perder volumen y pueden aparecer pequeñas arrugas alrededor. Pero eso no significa renunciar al color, solo adaptarlo.
- Colores suaves y luminosos: Tonos rosados, nude o pastel dan un toque fresco y elegante. Evita los colores muy oscuros o intensos, como los rojos profundos o marrones, que pueden endurecer el rostro y resaltar arrugas.
- Brillo o bálsamos labiales: Aportan hidratación, suavidad y un toque de luz sin marcar imperfecciones.
5. Pómulos, el rubor justo
El colorete, bien utilizado, puede devolver juventud y frescura al rostro.
- Rubores en tonos melocotón o rosados suaves: Aplícalo de forma ligera y difumínalo bien en los pómulos, siempre hacia arriba, para levantar la expresión del rostro.
- Evita los tonos fuertes o anaranjados, y usa brochas suaves para evitar trazos marcados.
El maquillaje es una opción personal, no es una obligación, sino una decisión personal de sentirse aún más resplandeciente con un extra de color. Es una forma de mimarse, de dedicar tiempo a una misma y de expresar cómo nos sentimos.
Con estos consejos, puedes realzar tu rostro con armonía, respetando su naturaleza y dejando que tu luz interior se refleje también por fuera. Porque sentirse bien con una misma es el mejor de los maquillajes.
La belleza no tiene edad, y cada arruga cuenta una historia.
