Hay que reconocer que en todos los años que llevamos de existencia la humanidad, ha sido en el siglo XXI donde más se han notado las cambios en el ámbito de los cuidados. Así, antes venía siendo costumbre generación tras generación que las personas mayores cuando necesitaban de cuidados para las tareas de la vida diaria, fueran sus propios hijos u otros familiares los encargados de ello. Esto era algo que se realizaba como algo natural, las personas no vivían con esa preocupación de ¿quién me cuidará el día de mañana? ¿me volveré dependiente?, había una gran certeza de que un familiar se encargaría de supervisar su cuidado.
Sin embargo, en la generación que nos está tocando envejecer todo está cambiando, es la generación a la que ha tocado vivir ese período de incertidumbre, quizá sí hay unos pocos que tienen la certeza que serán sus hijos o familiares los que estarán cerca, pero hay que reconocer que para la mayoría esa posibilidad no es tan segura.
No solo por la incorporación de la mujer al mundo laboral, si no porque las personas se han individualizado más, cada uno busca más su calidad de vida, así muchos hijos se van fuera a trabajar, hacen su vida a muchos kilómetros de sus padres, otros familiares tienen sus propias preocupaciones y obligaciones, y sin darnos cuenta casi se ha convertido como lo previsible que nuestro envejecimiento vaya a ser en una residencia o bajo la supervisión de una cuidadora no familiar, aunque todo hay que decir que si cuidamos nuestra salud es bastante probable que debamos olvidarnos de esas preocupaciones y vivamos de forma independiente en nuestra propia casa, así es que ¿por qué preocuparse de algo que no sabemos cómo va a ser?.
Pero sí que es interesante conocer alternativas que actualmente nos permitirían una garantía económica en el caso que tengamos que contratar los servicios de un cuidador o una residencia. Como dicen el saber no ocupa lugar, así es que vamos a ver alguna de las opciones que encontramos a día de hoy:
TRES OPCIONES PARA GENERAR INGRESOS EN LA VEJEZ:
1.Hipoteca Inversa. Es la opción más conocida de las tres, la cual consiste en hacer una hipoteca con el banco pero «al revés», justo lo contrario a la hipoteca inmobiliaria tal y como la conocemos habitualmente, es decir cuando un banco nos concede un crédito para comprar una vivienda y nosotros mes a mes le vamos devolviendo al banco una cuota a modo de pago de esa deuda. En el caso de la hipoteca inversa, el banco nos adelanta cada mes mensualidades (se pueden elegir otras opciones) y cuando ya no estemos a cambio, se queda con la vivienda o la parte correspondiente a las cuotas percibidas hasta ese momento. Ver más información -> ÓPTIMA MAYORES (clic aquí).
2.Nuda Propiedad. En auge estos últimos años, trata de «vender» tu casa pero sin dejar de vivir en ella hasta el fallecimiento, con ésta fórmula el precio de venta de la vivienda suele ser más bajo que el de tasación, pero eso hace que sea más interesante para el posible comprador. En el contrato de compra venta de «Nuda Propiedad», se establecen las cláusulas que permiten al vendedor seguir viviendo en la casa en las mismas condiciones que hasta ahora, y así el comprador no podrá acceder a ella hasta que el vendedor fallezca.
3.Alquiler de la Vivienda. Esta opción consiste en alquilar la vivienda para tener unos ingresos extra para el pago de una residencia o de un servicio de ayuda a domicilio (en casa de un familiar). Para gestionar esto existe empresa como PENSIUM, que se encargar de gestionar todo. Ver más información -> PENSIUM (clic aquí).
Este artículo forma parte también de uno de los capítulos de la Guía de Envejecimiento Activo, en la cual podemos encontrar soluciones al enfrentarnos a diversos desafíos propios de la edad:
